Esta semana les recomendamos el texto:
“Reconozco y confieso que en el momento de unirme a mi mujer, debo, con el espíritu
y con el corazón mantenerme ante Dios como me mantengo ante El, en el oficio divino,
cuando me hallo al pie del altar del Señor”, escribe el Padre Ustinsky, anciano sacerdote ruso, ortodoxo, verdadero cristiano, “en quien no hay ninguna malicia”, el único pensador acaso que, en dos mil años de cristianismo, haya planteado la cuestión
religiosa del sexo.
La castidad acrecienta la energía espiritual y confiere el dominio sobre los seres visibles
e invisibles.
El Matrimonio o el Sexo y La Clave del Poder – Jorge Adoum
Hay que embriagarse con el aroma de la flor sin cogerla.
Hay que contemplar el árbol cuyo fruto es bueno para comer, hermoso a los ojos y
agradable a la vista, pero no hay que comerlo; entonces los ojos serán abiertos.