Manly Palmer Hall
Melquisedec y el Misterio del Fuego
Fragmento
Sobre el descenso del fuego espiritual por la espina dorsal, hacia el lugar de las sombras, Milton dice: “¡Él, el Poder Omnipotente, se arrojó temerariamente flameando desde el etéreo cielo, con horrible devastación y combustión, hacia insondable perdición, para morar allí en diamantino cautiverio y bajo el castigo del fuego!”.
Es también desde aquí que las hordas de escorpiones se elevaron, esparciendo decadencia y destrucción en toda la tierra, como se relata en el Libro de la Revelación. Aquí está también la roca Moriah, sobre cuya cima está enterrado Hiram. Aquí acecha Tifón, el Destructor, y Satanás, que fue apedreado. Ésta es la morada de la falsa luz, para diferenciarla de la verdadera que brilla fuera de las regiones de schamayim arriba. Entre estas dos está situado el cordón espinal, una cuerda que une el Arca y el Ancla.
Existe una leyenda entre los orientales que relata que Kundalini, la diosa del fuego serpentino espinal, habiéndose cansado del cielo, decidió visitar la nueva tierra que había sido creada en el mar del espacio. Por lo tanto, bajó por una escala de cuerdas (el cordón umbilical) desde el cielo y encontró una isla (el feto), en el Mar de Meru (los fluidos amnióticos), circundada por las montañas de la Eternidad (el corion), todo lo cual
estaba dentro del huevo de Brahma (la matriz de Matripadma). Después de explorar la isla, Kundalini decidió volver a subir la escala otra vez, pero cuando lo iba a hacer, la escala fue cortada desde arriba (el cordón umbilical cortado al nacer) y la isla derivó a lo lejos en el espacio. Teniendo miedo, Kundalini se introdujo en una cueva (el plexo sacro), donde, de acuerdo con ciertas enseñanzas orientales, ella permanece enrollada
como la cobra en la cesta del encantador de serpientes, de la cual puede ser atraída únicamente por las tres notas misteriosas de la flauta del encantador.
Cuando Kundalini comienza a desenrollarse, asciende como una corriente serpentina de fuego a través de la médula espinal y penetra en el cerebro, donde estimula la actividad del cuerpo pituitario.
La espina dorsal puede dividirse horizontalmente en tres secciones. La sección inferior incluye las vértebras lumbares, junto con los segmentos que forman el sacro y el coxis, y está rodeada por un vapor de un color cárdeno e inflamado. Este vapor es de naturaleza oleosa y hace aparecer al sacro y al coxis del color de la sangre seca. Este color, sin embargo, es más bien vivo que apagado. Más arriba, hacia las vértebras lumbares, el color se vuelve más claro y de aspecto no tan inflamado. Gradualmente se torna naranjado, y a través de la sección formada por las doce vértebras dorsales hay un dorado resplandor radiante que surge de una línea filiforme de lo que parece ser un río de fuego amarillo. Estos colores se extienden un tanto hacia afuera a lo largo de los nervios que se bifurcan desde la espina dorsal entre las vértebras. Un poco más arriba,
el amarillo presenta manchas verdes, y a través de la sección cervical la corriente se vuelve de un color tenuemente azul eléctrico. Por el ida y pingala – dos conductos laterales a lo largo de la médula espinal, paralelos al tubo central, uno a cada lado -, esta corriente de fuego sube y baja incesantemente. Cuanto más arriba va ese fuego, tanto más suaves y menos brillantes son sus tonalidades y más puros y hermosos sus
colores, hasta que finalmente se encuentran en una hirviente masa en fusión en el pons de la médula oblongata, donde el fuego comienza casi de inmediato a atravesar el tercer ventrículo y agita el cuerpo pituitario.
Santee describe esta pequeña forma como sigue: “La hipófisis (cuerpo pituitario) se compone de dos lóbulos unidos por tejido conexivo. Una capa de duramáter (diaphragma sellae) los mantiene en la fosa hipofísica. El lóbulo anterior, que es el mayor, se deriva del epitelio de la cavidad bucal, y su estructura se asemeja a la de la glándula tiroides. Sus vesículas cerradas, forradas con epitelio columnario (en parte ciliado), contienen una
substancia viscosa como gelatina (pituita), que fue lo que sugirió el antiguo nombre que se daba a este cuerpo.
El lóbulo anterior está ahuecado en su superficie posterior (en forma de riñón) para recibir el lóbulo posterior, el infundíbulo, en la concavidad. La hipófisis tiene una secreción interna que parece estimular el crecimiento de los tejidos conectivos y ser esencial para el desarrollo sexual.”
El cuerpo pituitario es el polo negativo, aunque desempeña muchas funciones en el desarrollo de la conciencia espiritual, En cierto sentido de la palabra, es el iniciador, porque «eleva» al aspirante (la glándula pineal). Siendo su polaridad femenina, el cuerpo pituitario vive conforme a su cargo de ser la eterna tentadora.
En los mitos egipcios, Isis, que participa de la naturaleza del cuerpo pituitario, conjura a Ra, la Suprema Deidad del Sol (que simbólica aquí a la glándula pineal), para que le comunique su nombre sagrado, lo que así hace finalmente, El proceso fisiológico por medio del cual se realiza esta operación es digno de ser considerado detalladamente.
El cuerpo pituitario comienza a refulgir muy suavemente, y pequeños anillos ondeantes de luz surgen en derredor de la glándula para desvanecerse en forma gradual a corta distancia del cuerpo pituitario. Conforme continua el desenvolvimiento oculto, de acuerdo con la apropiada comprensión de las leyes del ocultismo, los anillos que manan de la glándula van haciéndose más fuertes. Éstos no están distribuidos por igual en torno
del cuerpo pituitario. Los círculos se alargan por el lado que mira hacia el tercer ventrículo y llegan en graciosas parábolas a la glándula pineal. Gradualmente, conforme la corriente se va haciendo más poderosa, se aproximan más y más al durmiente ojo de Shiva, coloreando la forma de la glándula pineal con luz doradoanaranjada y poniéndola poco a poco en actividad. Bajo el suave calor y radiación del fuego pituitario, el huevo divino comienza a estremecerse y moverse y el magnífico misterio del desarrollo oculto se produce.
Manly Palmer Hall – Melquisedec y el misterio del fuego