Esta semana les recomendamos el texto:
Preciso es enseñar al niño a combatir todos los enemigos de su felicidad, tales como el temor, el tedio, la ansiedad, los celos, la envidia y el egoísmo. Hemos de enseñarle que el hábito de alimentar pensamientos de odio, venganza y envidia transmuta rápidamente en repulsivo un carácter amable, y en agrio el dulce, porque no es posible mantener benévola disposición de ánimo, mientras acariciemos pensamientos malévolos.
La educación placentera – Orison Swett Marden
Los futuros padres sabrán encauzar la voluntad de sus hijos mediante el robustecimiento de las facultades débiles y el desarrollo de las deficientes, de modo que de su armónica ponderación derive la felicidad, como el ajustado cronómetro señala la hora exacta. Nuestro primer deber con el niño es enseñarle a explayar su congénita alegría y natural gozo, con la misma libertad y abandono con que el canto de la alondra alegra la pradera. Reprimir la natural inclinación del niño al juego, equivale a sofocar sus facultades morales y mentales. El gozo acabará por huir del corazón del niño si continuamente lo reprimimos.