Si nuestros pensamientos fuesen palpables para todas las personas nos avergonzaríamos de irradiar tanto pensamiento sensual, de odio, de envidia, de cobardía, etc. El derecho, sin embargo, de pensar y la seguridad de que nuestros pensamientos no son aparentemente perceptibles nos da la oportunidad para pensar desenfrenadamente y así lo hacemos, sin
apercibirnos de que ellos, tarde o temprano, nos acusarán por sus frutos.
La simiente de las condiciones adversas de la vida son los pensamientos negativos y destructivos. Podemos desde ahora comenzar a pensar bien seguidos, no obstante, de condiciones adversas que pueden reaparecer meses más tarde. Son simientes que fueron sembradas en el campo y tienen que dar su fruto. Sin embargo, con el tiempo y la invariabilidad, este pensar dejará nuestro campo mental limpio, más o menos, para que nuestra simiente de bien nos traiga opíparas cosechas de alegría, abundancia y bienestar.