Max Heindel
Iniciación Antigua y Moderna
Fragmento
Ruach, es el vocablo hebreo para indicar el espíritu o el aire vital, y es un excelente símbolo del Ego envuelto en la mente, influenciada por Mercurio, que es lo que hace al ser humano hombre, y lo que le capacita para gobernar y dirigir sus vehículos corpóreos y sus actividades de una manera racional.
Iabeshab, es la expresión hebrea para significar la tierra, y representa la parte
sólida de carne del hombre, y forma el cuerpo terrestre cruciforme, esto es, de forma de
una cruz, cristalizado dentro de vehículos más sutiles al nacer y separado de ellos al morir en el curso ordinario de las cosas, o en el acontecimiento extraordinario por el cual
aprendemos a morir místicamente y ascender a las gloriosas esferas superiores en
momentos determinados.
Este estado del desarrollo espiritual del Cristiano místico, por lo tanto, requiere una
reversión de la fuerza creadora o sexual de su curso ordinario hacia abajo, donde
generalmente se desperdicia y agota en la satisfacción de pasiones bestiales a una corriente dirigida hacía arriba, a través del triple cordón espinal, cuyos tres segmentos están regidos por la Luna, Marte y Mercurio, respectivamente, y donde los rayos de Neptuno encienden el Fuego regenerador espiritual de la espina dorsal.
Esta elevación o ascensión de la fuerza generadora pone en vibración al cuerpo pituitario y a la glándula pineal, abriendo de este modo la vista espiritual del sujeto, y batiendo o percutiendo en el seno o cavidad frontal, da comienzo a los efectos de la corona de espinas, palpitando de dolor cuando la ligazón con el cuerpo físico es consumida por el sagrado Fuego espiritual, que despierta este centro de su milenario letargo, y empezando a latir y a vibrar con vida y que se desparrama hacía los otros centros de la estrella estigmática de cinco puntas.
Éstos a su vez quedan vitalizados también y todo el vehículo queda encendido y luminoso con una dorada y gloriosa aura. Luego, en un momento oportuno, con un final arranque, el gran vórtice del cuerpo de deseos localizado en el hígado queda en libertad y la energía marciana contenido en tal vehículo impulsa hacía arriba al vehículo sideral (así llamado debido a que las estígmatas de la cabeza, manos y pies están situadas en la misma posición relativa entre sí como lo están los puntos de una estrella de cinco puntas), el cual asciende por medio del cráneo – Gólgota – y entonces el Cristiano crucificado lanza el grito triunfante de: “Consummatum est”, y comienza a surcar las sublimes esferas siderales para buscar a Jesús, cuya vida ha imitado con completo éxito y de quien desde entonces es compañero inseparable.
Jesús es su Maestro y su Guía hacía el reino de Cristo, donde todos quedaremos
unidos en un solo cuerpo para aprender a practicar la Religión del Padre, a quién el reino
revertirá oportunamente para que Él pueda ser Todo en Todos.
Fin
Iniciación Antigua y Moderna – Max Heindel